Durante la ceremonia de su boda, Aladdin y la princesa Jasmine descubren que son el blanco de una redada por los famosos cuarenta ladrones, liderados por un hombre llamado Cassim. Aunque Aladdin, Jasmine y el resto de su pandilla logra parar el ataque y enviar de vuelta a través de los ladrones, que no pueden evitar que el matrimonio está en ruinas. Decidido a averiguar por qué han llegado hasta Agrabah, Aladdin encuentra un extraño cetro de los regalos de boda, que el rey de los cuarenta ladrones intentaron robar. El cetro contiene un oráculo capaz de ver hacia el pasado y hacia el futuro, pero sólo puede responder a una solicitud de la persona.
Abrumado por el deseo de conocer a sus antepasados, Aladdin pide el oráculo de su padre. Las respuestas del oráculo que debe seguir el rastro dejado por los cuarenta ladrones, diciendo que el padre de Aladdin está "atrapado en su mundo". Aladdin entiende bien que es su prisionero. Al llegar a su escondite resulta que no es un prisionero, pero su líder: Cassim, el rey de los ladrones, el hombre con el que había luchado durante el matrimonio. Familia o no, Aladdin ha cruzado la frontera de su territorio y deben ser asesinados. Sin embargo, Cassim Aladdin sugiere para abordar "el desafío", un rito de iniciación en la que debe derrotar a otro de los cuarenta ladrones y tomar su lugar. Logra ganar contra Sa'luk, uno de los bandoleros más feroces, y gana un lugar entre los ladrones. Es entonces cuando se descubre la verdadera razón de la redada: Cassim ha descubierto la existencia de la Mano de Midas, un poderoso artefacto que puede convertir cualquier cosa que tocaba en oro. Cassim cree que con la mano podría regresar con su familia y darles la vida que se merecen, en lugar de vivir en la calle. Para ello diseñó el asalto al palacio con el fin de obtener el oráculo y para hacer una pregunta a la mano.
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